Este proyecto, aún abierto, nace fruto de mis excursiones por la Sierra Norte de Madrid. Empezó, más en concreto, en el voluptuoso y monumental macizo granítico de La Pedriza pero poco a poco ha ido ocupando nuevas geografías para ir hacia cualquier lugar donde haya alguna piedra que llame mi atención.
Este trabajo, y casi toda mi fotografía, considero está en el punto más preciso de mi concepto actual de la fotografía, caminar con la cámara, a ser posible solo y por lugares solitarios (la invasión de cámaras sin fotógrafo ha ido generándome como una especie de alergia a fotografiar junto a otras cámaras o dispositivos), una o varias ideas en mente, atención consciente y lo que para mi es la esencia de la fotografía, el placer de componer. Por tanto, una propuesta sencilla, directa, sin obsesión por la creatividad ni la artisticidad sino más bien con la curiosidad y el deseo de explorar la riqueza, para mi poética, de ciertos elementos, ya de la naturaleza, ya de la cultura, ya de ambos, que me voy encontrando por el camino.
Curiosamente, algunas de las cosas que veo, y trato de meter en el negativo, otros no las ven, ven otras o puede incluso que nada y ello es interesante porque nos dice algo sobre la indomeñable multiplicidad de la mirada, pues aunque miramos por los ojos en verdad vemos con el alma y de esta manera sería ella la que, en parte, dictaría lo que queremos o podemos, ver.