Los graffiti están ahí, en las paredes, en los muros, casi en cualquier parte y sin saber muy bien para qué. Cada día expandiéndose de forma descomunal y descontrolada desde las periferias a los centros de las ciudades y mayormente sin permiso de la autoridad. Marginales pero globales y con la paradoja de haber encontrado acomodo incluso en los mejores museos.
Sea como sea establecen un diálogo (pero al mismo tiempo un monólogo) con su entorno, unas veces cordial, otras enrabietado y provocador. Unas veces quieren hablarnos, transmitirnos algo con más o menos arte, otras directamente nos escupen un garabato indescifrable y retador.
Este proyecto trata de la vida que bulle, transita o está instalada alrededor de ellos, de algunos de ellos, los que he podido encontrar y con los que he podido entenderme. En estas fotografías será por ello raro que los graffiti se presenten solos, estos más bien irán acompañados de gente, u otros seres, que pasaban por allí, o junto a cosas a las que se vincula, complementa o contrapone, también algunos fragmentos o detalles de graffiti (que aún desgajados de su origen todavía guardan algún tipo de sentido), así como una serie de retratos junto a ellos.
Como es fácil apreciar la intención de este proyecto no ha sido documentar. En bastantes de ellos ni siquiera se respetan sus colores pues han sido intervenidos en la cámara para volverse monocromáticos. Gracias al blanco y negro los graffiti pasan a ser doblemente anónimos, pero a su vez todos juntos tienden a armonizarse y hermananarse como elementos de una misma gran familia.
En fin, estas fotografías desean acercarte a esos muros a ver si así, de esta manera algo estilizada, al menos algunos pueden decirte algo y no sea precisamente un exabrupto.